Hay
diversas teorías de por qué una persona o empresa decide
afrontar el pago de sus deudas después de un largo periodo de tiempo
mostrándose reticente a ello.
Desde
Servicobro vamos a analizar según nuestra perspectiva de la situación, que
motiva dicho cambio de actitud.
Dejemos
una cosa clara, cuando a un moroso no se le reclama la deuda de manera
constante y tenaz, se acostumbra a vivir con ella, afianzándose en esa situación conforme pasa el tiempo. ¿Que motiva entonces
que cambie de actitud?
·
Cuando
el deudor ostenta alguna titularidad sobre algún inmueble o finca rustica,
vehículo, embarcación, cuentas
bancarias, títulos de valores en empresas cotizadas, salario, etc…. y una empresa de
gestión de cobro tras una investigación de su patrimonio localiza dicho/s bien/es
y le conmina al pago, sabe que tiene pocas opciones y que lo mejor es afrontar la
deuda que mantiene, ya que en caso contrario y una vez interpuesta reclamación
judicial contra él, se solicitará el embargo de los bienes localizados una vez
obtenida sentencia condenatoria o el archivo de procedimiento monitorio.
·
Otro
motivo por el cual el deudor pasa de no querer saber nada a afrontar sus deudas, es el temor que infunde
una empresa de cobro de impagados cuando contacta con él, llegándole a
preocupar que su entorno sepa
la situación económica que está padeciendo y se deteriore su imagen.
·
También
es motivo de preocupación, que se rompa esa burbuja a veces tan frágil que envuelve la
tranquilidad en el seno familiar, causando angustia al deudor que los hijos y/o cónyuge sean víctimas a veces indirectamente,
de los daños colaterales que conlleva la gestión de cobro por vía amistosa y/o
judicial.
Lo
que está claro, es que si hiciéramos una estadística fiable sobre los motivos
que empujan a los deudores a saldar sus deudas, con casi toda probabilidad no
superaría el 3 % , aquellos que pagan voluntariamente porque su conciencia no
les deja conciliar el sueño por las noches, el otro 97 % mientras puedan
convivir con la deuda y la situación no les genere molestias, seguirán con la misma actitud esquiva que han
mantenido hasta entonces, no quedando otra opción al acreedor que encargar la
gestión de la deuda a una empresa especializada
en el cobro de impagados.
Julio
Mena
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